miércoles, 9 de octubre de 2019


Exprimiendo la libertad

Abrió los ojos y notó que sus ansias de libertad, ese día, no iban a conocer los límites. El día anterior le había costado procurarse comida; cada vez costaba más encontrarla. No en balde vivía en la calle. Cierto es que ella no se lo pensaba dos veces antes de trasladarse de un sitio a otro; si notaba que donde estaba no le iba a proporcionar el bienestar que necesitaba, se largaba sin pena ni gloria. Eso era la parte positiva de vivir a su aire, sin normas a las que acogerse, tan solo las que la naturaleza le imponía.
Lo cierto es que todo se había vuelto rígido, establecido, controlado. Notaba que no era bienvenida casi en ningún lugar,  ya eran demasiadas en la calle...
Tenía hambre. Se le daba bien pescar, pero hasta en el mar escaseaba la comida. Se desperezó, oteó el horizonte y vio algo que momentáneamente sabía que le iba a proporcionar satisfacción. Alzó el vuelo y se lanzó sin pensarlo; después de dar un par de vueltas alrededor, se plantó encima de la cabeza de aquella estúpida estatua y alivió sus necesidades más básicas...sintió la libertad en su estado puro a pesar de la rigidez de su improvisado WC...y eso que no entendía de clases sociales.
Después la gaviota, se quedó inmóvil, erguida, desafiante, aliviada...
Alguien desde algún lugar, con su cámara, inmortalizó, para siempre, los contrastes de aquél memorable momento.

domingo, 18 de agosto de 2019

La verbena


La verbena
Se detuvo frente al espejo para dar una última mirada. Le gustó lo que se reflejó en él.  Era la fiesta patronal del pueblo y habían anunciado a bombo y platillo la verbena de esa noche. El grupo “Recuerdos”, tenía un repertorio de esas canciones, que después de tocar la fama, se quedan ahí para siempre.
Ahora, a punto de salir de casa estaba nervioso. Allí estaría ella. Hacía tiempo que la veía por las calles del pueblo y esa noche tendría la ocasión de sacarla a bailar y conocerla; seguro  que en breve la perdería de vista…los atardeceres de agosto corrían a toda velocidad y los veraneantes  pronto dejarían las calles vacías.
Mientras subía la cuesta escuchó los primeros acordes,  Apresuró el paso, debía encontrarla antes de que alguien se le adelantara. La vio enseguida; rodeada de sus amigas reía despreocupadamente .Sus pies danzaban quedamente  como si tuvieran vida propia,  al son de la música y de repente se paraban, en un intento vano de su dueña  por controlarlos.
Le pareció preciosa más preciosa que nunca.  El cabello recogido en la nuca, dejaba al descubierto su esbelto cuello y la armonía de sus facciones. Su vestido blanco,  ajustado en el talle,  resaltaba el moreno de su piel y su silueta, que lucía grácil, recortada  en la  tenue  penumbra de la noche. Se acercó y sus miradas se detuvieron, el uno en el otro. Un ligero rubor acudió a las mejillas de Alice. También se había fijado en él cuando se cruzaban por las calles o en la cafetería del pueblo…o cuando bajaban a la playa. Le gustaba.
Cuando la sacó a bailar, todo se detuvo. Las notas románticas  se elevaban en la noche y allí pegados, se replegaban cada uno en el espacio del otro, sin importarles nada más  Se sucedían las canciones que envolvían el aire en dulces promesas.
Tomaron copas, rieron, charlaron, compartieron con amigos. La plaza lucía radiante; los farolillos de múltiples colores le daban un aire festivo y se bamboleaban con la brisa de la madrugada. La música invadía cada rincón. El punto final lo pusieron los fuegos artificiales. Después se perdieron en la noche, camino de la playa…
Cuando la enfermera que le ayudaba a cuidarlo entro en la pequeña biblioteca, Alice estaba apagando el equipo. Hacía rato que el CD del grupo “Recuerdos” se había detenido. Después de escuchar la última canción, sus miradas se detuvieron, el uno en el otro, como aquella lejana noche de la verbena. Por un momento los ojos de Alex cobraron vida…Alice estás tan guapa como aquella noche, le dijo…
La música había obrado el milagro y por un momento se abrió una rendija en la telaraña que bloqueaba sus recuerdos; después, la densa   bruma del alzheimer envolvió su mirada de nuevo,  que quedo fija en un punto inalcanzable de la estancia…
No importa se dijo Alice…me basta con eso, todos los días nos encontraremos en ese punto donde solo la música puede llevarnos.


viernes, 16 de agosto de 2019


La libreta roja

Todas las mañanas se levantaba  con el pie derecho. Después del aseo y el desayuno empezaba el ritual: abría y cerraba las puertas  tres veces, comprobaba el gas, las luces, los grifos; miraba bajo la cama…era agotador, pero eso le daba seguridad. Por último, buscaba en su maletín la pequeña libreta roja. Luego salía de casa. Siempre con el pie derecho.
Aquel  día, no encontró su libreta. Se quedó lívido. Su estómago parecía empeñado en trepar hasta la garganta. Se secó el rostro;  sudaba copiosamente. Estaba perdido, angustiado, fuera de control…casi dando traspiés salió de casa. Iba ciego, quería llegar cuanto antes, quizá se la dejó en el hospital, pensó.
Llegó a su destino jadeando. Quedó plantado frente al  edificio mirando el rótulo de la fachada: Centro Psiquiátrico. Contaría hasta diez, después entraría. Así, compensaría su mala suerte.
La enfermera le saludó sonriente mientras le daba el codiciado objeto —Buenos días, ayer se dejó su libreta roja.
La abrió con avidez y leyó frase que el mismo había escrito: “si me llevas contigo todo saldrá bien.”
Poco a poco fue recuperando la compostura. Entró  en  la  consulta, se puso la bata y llamó a su primer paciente.


Microrrelato finalista en VI Certamen-Maratón de Microrrelatos convocado por CLAVE (Aspciación Valenciana de Escritores y Criticos Literarios. Mayo 2019.

sábado, 10 de agosto de 2019

NUEVO BLOG DE RELATOS

Aquí comienza mi andadura con mis escritos en este espacio recién creado. Escribir para mí se ha convertido casi casi en una necesidad... Quiero compartir mis relatos aquí para que pueda leerlos quien desee hacerlo.
En cada texto que sale de nuestras manos hay mucho de realidad y mucho de ficción; conjugando ambas, creo que se pueden construir bellas historias.




El primer viaje

Así empezó todo…se despertó como de costumbre. Se dio la vuelta e inmediatamente se percató de que su entorno tranquilo y seguro había cambiado. Se sobresaltó al notar que todo se movía a su alrededor y sintió la necesidad de ponerse en marcha .  A medida que avanzaba, el espacio se reducía considerablemente hasta convertirse en un largo pasillo que oprimía todo su cuerpo. El pánico se apoderó de él. Hasta aquél momento, había permanecido con los ojos cerrados. Parpadeó rápidamente y por fin los abrió. La oscuridad de aquel laberinto parecía llegar a su fin. Al fondo se adivinaba una pequeña luz  cada vez más intensa. Ya no controlaba nada, algo le empujaba hacia delante. La presión en su cabeza, era tan fuerte que podía oír los latidos de su propio corazón. Tomo impulso a la vez que una sacudida le lanzó de bruces hasta la cegadora luz. Alguien le sujetaba por los pies, cabeza abajo. Un fuerte soplo de aire inundó sus pulmones y un grito se escapó de su garganta. Todos sus sentidos se agudizaron  y  pudo escuchar por vez primera, con toda nitidez, aquellas palabras: ¡Es un niño!.
Sintió el suave roce de una piel junto a su piel y unas manos que recorrían todo su cuerpo envolviéndole en una inacabable caricia… y allí junto a ella, se sintió a salvo.